La recanalización tubárica es una intervención quirúrgica que tiene como finalidad revertir los efectos de la ligadura y/o corte de trompas de Falopio, o la obstrucción de las trompas de Falopio por otras causas, permitiendo recuperar la permeabilidad de las mismas y las posibilidades de gestación en un futuro. Se realiza a través de una incisión en la cavidad abdominal, bajo anestesia general o regional.
La experiencia mundial con la cirugía de recanalización tubárica es amplia, puesto que las técnicas quirúrgicas que permitían (y permiten) la recuperación de la capacidad reproductiva en mujeres con daño en las trompas de Falopio, se desarrollaron desde hace muchos años, cuando aún no existía la fertilización in vitro.
El avance de dichas técnicas quirúrgicas, con el uso de magnificación adecuada (microscopio o gafas con grandes aumentos) así como instrumental microquirúrgico, ha permitido la vigencia de la recanalización de trompas de Falopio como alternativa para mujeres sometidas a la esterilización quirúrgica (Pomeroy), en la cual se cortan las trompas de Falopio como método de planificación familiar definitivo.
En años recientes, la cirugía ha podido ser realizada por laparoscopia, la cual permite trabajar con pequeñas incisiones en el abdomen y ofrece rápida recuperación postoperatoria.
El pronóstico para un resultado exitoso es mejor si la cirugía anterior respetó la mayor cantidad posible de tejido tubárico, también si se efectuó en la porción medial de la trompa y si no se utilizó cauterización; una situación en la que el pronóstico es muy bueno, es cuando la cirugía de Pomeroy se realizó con clips o bandas plásticas, en la cual ni siquiera se practica corte de las trompas.
Durante el curso de la cirugía puedan existir hallazgos o condiciones no previstas, como la presencia de cabos tubáricos residuales muy cortos, múltiples adherencias (uniones o adhesiones) peritubáricas (alrededor de las trompas u otros órganos) o ausencia bilateral de fimbrias (esto es, que se haya extraído la parte final de la trompa, la cual es la encargada de captar al óvulo), que impidan realizar la recanalización de las trompas con buen pronóstico para el futuro logro de embarazo, casos en los cuales, el cirujano se abstendrá de realizar la recanalización.
Las complicaciones durante la recanalización tubárica son infrecuentes, algunas de ellas son las mismas de una cirugía tradicional, incluyen: alergias y otras reacciones a una o más substancias o medicamentos utilizados durante el procedimiento y la anestesia, sangrado, hematoma y/o infección del sitio de incisión o de la cavidad abdominal, dolor pélvico persistente post quirúrgico.
Después de la cirugía es frecuente el dolor abdominal, puede haber dolor de garganta si se colocó tubo endotraqueal o cánula laríngea para el proceso anestésico; usualmente la paciente se puede movilizar desde el mismo día y realizar actividades cotidianas al tercer día, sin embargo, puede tardar de 2 a 4 semanas para una recuperación más completa y retomar actividades laborales después de la cirugía. En algunos casos, el dolor que se presenta después de la cirugía se hace permanente, en forma de dolor abdominal o pélvico crónico.
En condiciones adecuadas, el pronóstico de la cirugia es bueno, superando en la mayoría de los casos el 60 a 80 % de posibilidades de lograr embarazo, teniendo en cuenta que algunas circunstancias intervinientes pueden afectar la fertilidad futura, como la edad, problemas de la ovulación, alteraciones del semen del cónyuge, entre otras, por lo que es importante que la mujer sometida a recanalización sea informada que aun en caso de éxito quirúrgico, con excelente resultado de trompas permeables, no se garantiza 100% el embarazo.
Finalmente, la recanalización tubárica es una buena opción para el retorno a la fertilidad en una mujer con interés en lograr uno o más embarazos, menor de 40 años, sin otros factores de infertilidad conocidos en ella o su pareja, con la ventaja de un menor costo que las técnicas de reproducción asistida.